La Plataforma social salesiana en el barrio contribuye a ello con sus proyectos dirigidos a los niños y jóvenes más desfavorecidos.

A continuación podéis leer un artículo recientemente publicado en el diario ARA, en el que reflexiona sobre el trabajo colectivo de diferentes entidades y servicios públicos que hacen que, donde parece que las cosas pueda costar más sacarlas adelante, también es posible. Y además, con mucha creatividad, trabajo en equipo y resultados excelentes.

Salesians Sant Jordi trabaja duro junto a los más vulnerables para transformar las situaciones de exclusión social en oportunidades, y fruto de este empuje, desde la plataforma social de los Salesianos en el barrio, participaron en el marco de este trabajo en red en el Proyecto Educativo del barrio de La Mina (pebMINa) y ganaron el Premio “Comunidades que educan” en el marco del programa Itinerarios 360: aprendizajes personalizados para aconseguir el éxito educativo.

«Cuando La Mina es el ejemplo de lucha contra el fracaso escolar

Quizás la Mina es el único lugar donde Albert Einstein se equivocaría, porque allí un prejuicio es mucho más fácil de desintegrar que un átomo. Rompiendo los estereotipos de un barrio siempre asociado a los conflictos ya la delincuencia, la Mina es también un ejemplo de cómo convertir la escuela en el núcleo de la vida comunitaria y, haciendo red con otras entidades y organizaciones, luchar cada día para reducir el fracaso escolar. La batalla no tolera quejas ni lamentos. Sólo ideas y ganas de sacar adelante pequeños proyectos que pueden transformar la realidad de los alumnos. Como lo están consiguiendo, son el espejo en el cual otros centros (y barrios, y ayuntamientos) han ido a inspirarse.

Marta del Campo es la directora del Instituto Escola La Mina, que nació de la fusión de una escuela y un instituto con el objetivo de combatir el abandono escolar. El proyecto educativo que lidera va mucho más allá de las cuatro paredes del instituto. Trabajan con el centro cívico o con la plataforma de educación social de los Salesianos y con otras organizaciones del entorno para garantizar la igualdad de oportunidades en una zona desfavorecida. Lo explica a una veintena de docentes y técnicos de educación que han ido al instituto a informarse sobre este caso. Lo hacen en el marco de la llamada que impulsa la alianza para la Educación 360: buscan centros de todo el país que quieran conectar los espacios y los tiempos educativos de los alumnos (tanto dentro de la escuela como fuera). Si se apuntan -hay margen hasta hoy- y son uno de los 30 centros escogidos, la Alianza les dará formación y les ayudará a hacer crecer el proyecto.

Del Campo pone contexto: cerca de un 80% de los alumnos del instituto escuela son gitanos, por lo que la figura de Iván Cortés, gitano y del barrio, es fundamental, porque es un referente para los alumnos y sus familias. Más cosas: han cortado de raíz la impuntualidad de algunos alumnos saludando personalmente cada día a la puerta y no dejando entrar los que hacen tarde, y tienen el centro abierto para que se hagan actividades de entidades del barrio o charlas de personas de la comunidad gitana referentes para los alumnos. «Las familias nos deben tener confianza y tenemos que hacer que el centro dé sentido de pertenencia y prestigie el barrio», dice la directora. Y entonces una canción de Rosalía suena por la megafonía anunciando el cambio de clases.

Del Campo acompaña todo el grupo hacia el local de los Salesianos, a unos 300 metros del instituto escuela. Allí los proyectos «se adaptan a la realidad del barrio». Ahora las circunstancias exigen un grupo de apoyo a madres jóvenes – «Una chica de 25 años ha venido a presentarnos su quinta hija», explica el responsable-; un aula de estudio que, en contacto con familias y escuelas, lucha contra el fracaso escolar, y una unidad de escolarización compartida (UEC) para que 12 alumnos puedan terminar la ESO adaptando el currículo.

«Empoderar» los jóvenes

De los Salesianos hacia el centro cívico la directora saluda a media docena de personas, entre alumnos, ex alumnos y familias. Daniel Martínez, responsable del espacio, es el primer gitano del barrio que ha conseguido un título universitario. «La educación es la herramienta más importante», dice. Y explica que el centro cívico, entre cursos de defensa personal para mujeres o talleres de inserción laboral, quieren romper barreras y «empoderar» a los jóvenes.

Los docentes y técnicos que han ido a la formación toman nota de un caso de éxito que no para de reinventarse. La autocrítica y la exigencia también son la gasolina de un proyecto que, según Del Campo, aún falta por sumar «muchas más entidades», tal vez de fuera del barrio. La mancha de aceite, dice, no debe parar de crecer para garantizar que, también fuera de la escuela, todos los alumnos tengan las mismas oportunidades. Aunque sea difícil.

Buscando iniciativas de escuelas 360

Desde la Alianza por la Educación 360, impulsada por la Fundación Bofill, la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica y la Diputación, buscan escuelas e institutos que trabajen en clave 360. Así, quieren hacer crecer proyectos que conecten espacios y tiempos lectivos y no lectivos (que incardinar el tiempo del mediodía, el extraescolar y de verano en el proyecto educativo del centro), que promuevan itinerarios personalizados o, como en el caso de la Mina, conecten la actividad del centro con entidades del entorno».

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